Las luxaciones
de rótula o patelares se producen frecuentemente en los perros y a veces en los
gatos. Entendemos por luxación la pérdida de contacto entre las superficies
articulares. Esto ocurre cuando no hay una buena fijación de las mismas (causa
congénita) o cuando hay traumatismos (golpes). Se produce un movimiento
anormal que afecta a las superficies que forman la articulación
femororrotuliana (fémur y rótula).
La rótula
es un pequeño hueso que se sitúa sobre el
fémur (en el surco de la tróclea del fémur, concretamente) y que ayuda a que
los ligamentos del sistema extensor de la rodilla puedan realizar mejor su
función.
Bien, para
entendernos mejor y a modo de resumen: esta enfermedad consiste en que la rótula se
sale de su sitio (luxación) y se mueve hacia izquierda o derecha
de su posición, provocando un roce (trauma) sobre las superficies sobre las que
se mueve y desencadenando dolor, molestias y, con el paso del tiempo, artrosis.
Como hemos
dicho, la rótula se puede mover hacia ambos lados: si se mueve “hacia dentro”
se dice que es una luxación rotuliana medial y si el movimiento es “hacia
fuera” se dice que estamos ante una luxación rotuliana lateral. La más
frecuente, al ser congénita (de nacimiento) es la luxación medial y suele
afectar a gran cantidad de perros de razas pequeñas y Toy. Nos centraremos en
ésta última.
¿Por qué mi perro
sufre una luxación de rótula?
Esta
enfermedad ocurre porque algunas estructuras musculoesqueléticas (músculos, huesos y ligamentos) de
las extremidades posteriores no se han desarrollado correctamente y las cuales predisponen a la luxación.
En estos perros el
sistema extensor de la rodilla (cuádriceps, tendón rotuliano y cresta tibial) no se
encuentran completamente alineados, lo cual provoca tensión hacia
uno de los lados. Esto último unido a que el surco de la tróclea del fémur (dónde hemos
visto que está la rótula) no es lo suficientemente profundo (incluso
plano o convexo en ocasiones), provoca la luxación.
Existe la posibilidad de que haya un componente
hereditario por lo que no se recomienda la cría con estos animales.
Os recomendamos este enlace en el que podéis ver un video explicativo:
==> https://www.youtube.com/watch?v=2kjdddQENT0
==> Pinchar para ir al vide explicativo
¿Cómo puedo notar
que mi perro tiene está enfermedad? Síntomas.
Los síntomas
son muy variables y dependen de muchas cosas. En primer lugar, depende de lo
grave que sea la luxación de la rótula,
y del grado de luxación que tenga.
·
GRADO 1: Luxación leve, la rótula se sale y
vuelve a su sitio con el movimiento normal de la extremidad. No suele presentar
sintomatología.
·
GRADO 2: Luxación moderada, la rótula se sale
de su sitio y el animal realiza movimientos anormales para colocarla.
·
GRADO 3: Luxación permanente, la rótula se ha
salido de su sitio y permanece fuera de éste. Suele provocar que la posición de
la extremidad no sea normal.
·
GRADO 4: Luxación permanente y deformación de
la articulación pudiendo afectarse la rodilla.
La
sintomatología se
puede presentar en cualquier momento de la vida del animal a partir
de los 5-6 meses e incluso se puede ir empeorando, ya que el movimiento
permanente de la rótula “hacia dentro y hacia fuera” de su sitio provoca un
roce entre huesos que acaba provocando dolor, cojera y, con el tiempo,
artrosis.
El primer
síntoma y más habitual es la cojera. Comienza siendo alterna (a veces
cojea y a veces no) y puede acabar siendo permanente cuando ya hay artrosis.
Existen algunos movimientos que pueden hacernos pensar en esta enfermedad: son movimientos
en los que el perro va andando y de repente parece como si se les quedara “agarrotada”
una pata trasera, la encogen, dan unas patadas al aire o unos saltitos y
vuelven a apoyarla como si nada. Muchas veces los propietarios nos comentan que
esos movimientos no son raros en su perro, que es una “manía” que tiene desde
hace tiempo. También se puede encontrar dolor en la zona o animales que no
quieren saltar o jugar debido a las molestias, entre otros síntomas.
Hay que saber
además que en torno a un 20-25% perros que tienen esta enfermedad suelen tener
afectadas ambas patas, aunque cada pata puede tener un grado diferente de
luxación.
Es posible que
se puedan producir otras lesiones derivadas de la luxación de rótula como por
ejemplo la rotura de ligamento cruzado craneal, que se estima que ocurre en un
15-20% de los pacientes.
¿Es difícil saber
si me perro está afectado por esta enfermedad?
Por suerte no es una
enfermedad muy difícil de diagnosticar y en muchas revisiones de las
que se realizan junto con la vacunación se puede realizar una exploración de la
rótula y comprobar si se desplaza de su sitio y cuánto se desplaza (saber el
grado de luxación).
El veterinario
valorará si hay dolor, la inestabilidad de la articulación, si existe o no
crepitación, el grado de rotación de la tuberosidad tibial, el grado de
formación o torsión del miembro afectado o si el animal tiene dificultades para
realizar un correcto movimiento de la articulación de la rodilla.
En algunas
ocasiones se recomienda realizar otras pruebas diagnósticas para realizar
mediciones y valorar mejor los huesos de la articulación, algunos de los
síntomas anteriormente explicados y/o determinar el grado de artrosis que pueda
haberse establecido ya. Generalmente solamente suele ser necesaria una
radiografía.
Mi perro tiene
una luxación de rótula… ¡¡¿Qué puedo hacer?!!!
Pues el
tratamiento de esta enfermedad puede dividirse en dos: tratamiento
médico-conservador o el tratamiento quirúrgico. Se tomará una decisión dependiendo
del caso concreto de cada animal y la gravedad de la luxación aunque la
recomendación es realizar la cirugía para evitar que la rótula se desplace de
su posición.
A.
TRATAMIENTO MÉDICO: Se lleva a cabo cuando la
luxación es muy leve o cuando no es posible realizar el tratamiento quirúrgico
por cualquier motivo. El veterinario valorará la terapia a administrar y que
normalmente consiste en antiinflamatorios y analgésicos según el grado de dolor y el estado de la
articulación y del paciente. En ciertos casos se pueden administrar otros
tratamientos como condroprotectores o tratamiento tópicos según el caso.
B.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO: Se pueden realizar
numerosas técnicas quirúrgicas, pero lo
más habitual es la realización de una cirugía que incluye dos partes: una trocleoplastia
(remodela el hueso) y una transposición del punto de inserción del tendón rotuliano (que corrige el problema asociado a los
tejidos blandos y ligamentos). La trocleoplastia consiste en realizar un
corte en cuña de la tróclea del fémur, recortar la cuña y volver a posicionarla
en su sitio, consiguiendo así que este surco sea más profundo y evitando que
sea fácil al desplazamiento de la rótula hacia fuera. La transposición del
punto de inserción del tendón rotuliano consiste en “mover” el tendón rotuliano
y cambiarlo de posición en su inserción tibial para que no “tire” de la rótula
y la saque de su posición. Como hemos dicho, se suelen hacer ambas técnicas en
una misma cirugía y son las que se realizan más frecuentemente.
Además de los
tratamientos convencionales existen otros tipos de terapia que pueden ayudar a
controlar esta patología, como la fisioterapia y la rehabilitación, tanto si se
ha operado al paciente como si se ha optado por un tratamiento conservador.
Otro aspecto
muy importante en estos animales es el control de peso, cosa que si lo pensamos
bien es obvia ya que a mayor peso, mayor carga sobre la extremidad y mayor
sufrimiento de las articulaciones.
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